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Nutriedes impulsa comedores de los barrios


Hace tres meses se abrieron los comedores de Nutriredes Miranda, una iniciativa apalancada por el exalcalde Carlos Ocariz, pero que se gestó gracias a la voluntad de varias familias en barriadas populares dispuestas a colaborar para alimentar a 200 niños

Aunque tienen sus propios problemas y les toca lidiar con las mismas carencias que el resto de los venezolanos —debido a la crisis económica— las “nutrimadres” hacen hasta lo imposible para sostener y mantener los cuatro comedores que el programa Nutriredes Miranda instaló en esas comunidades para hacer un aporte en la alimentación de los niños de sus zonas.

Hace tres meses inició el programa y se abrieron estos espacios en las comunidades de Caucaguita, José Félix Ribas, la carretera vieja de Guarenas y Julián Blanco. En cada uno de ellos hay 50 niños censados que reciben un plato de comida rico en proteínas, nutrientes y del amor de las nutrimadres que son prodigiosas en el arte culinario y en el del ahorro.

Los encargados de cada espacio son líderes vecinales y personas con visión de voluntariado, pues no reciben ningún pago por este aporte en sus barriadas. Para ellos, la recompensa es ver recuperado a algún niño que llegó a sus espacios en estado de desnutrición, o saber que con su comida les están dando la posibilidad a estos pequeños de recibir un plato caliente y nutritivo en el día.

Muchos dirán que se trata de una iniciativa más de las miles de este tipo que se han gestado, pero en un estado compuesto por 3.194.000 habitantes, como Miranda, las necesidades afloran y se propagan como una epidemia. Según los resultados de la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi), realizada por las universidades Católica Andrés Bello, Central de Venezuela y Simón Bolívar, la pobreza extrema aumentó de 23,6% a 61,2% en cuatro años y casi diez puntos tan solo entre 2016 y 2017.

Nancy Santafe es una de esas encargadas que, sin poner trabas, desocupó la sala de su propia vivienda y la habilitó con mesas y sillas para que los niños del barrio Julián Blanco, en Petare, tengan un espacio para almorzar con los alimentos que ella y su familia preparan. Con 15 huevos y kilo y medio de arroz esta mujer es capaz de hacer una tortilla con vegetales que puede repartir entre más de 55 comensales

Nancy es la "nutrimadre" encargada del comedor de Julián Blanco, en Petare. Ella y toda su familia se ocupan de mantener en pie la iniciativa en su comunidad | Hirsaid Gómez

“Nos traen los insumos una vez a la semana, pero si se nos acaban toca poner los de la casa y no hay ningún problema con eso porque estos niños terminan siendo también unos hijos, y una no quiere que los suyos la pasen mal”, contó Nancy mientras servía varios platos a los niños que ya llegaban a su comedor.

Y, pese a lo extenuante de pasar el día cocinando, atendiendo a los pequeños y organizando las listas de su comedor, Nancy no se queja. Asegura que “siempre hay tiempo para hacer de todo” y no para de ir de un lado a otro preparando los alimentos y rindiendo lo que tiene para cada receta, hasta que los niños finalmente se sientan en las mesas y rezan su oración antes de la comida.

En la casa de Nancy todo el mundo está involucrado. Allí se nota la verdadera red que tejió esta mujer. Mientras su hija pela y pica verduras y vegetales, su esposo busca las cosas que hacen falta y hasta el perro colabora recibiendo a los niños en silencio para que se sientan a gusto.

En el espacio de José Félix Ribas la situación no es diferente, salvo que el encargado es más bien un “nutripadre”: Carlos Valbuena habilitó la platabanda de su casa para que los niños de La Calle Baute, El callejón El Sabor, y barrios cercanos como el 5 de Julio puedan comer.

“Tenemos ya a 65 niños porque a veces los mismos que están censados traen a alguien más, ¿y cómo se hace? hay que darle a todos… Mi esposa se vuelve loca porque algunas tardes cuando se me acaba lo que tengo aquí, traigo niños a la casa para que coman del almuerzo que prepara mi esposa para nosotros. Aquí toda la familia colabora”, contó Valbuena entre risas

Con las uñas

La misma encuesta Encovi refleja que el 89,4% de los ciudadanos dice que su ingreso familiar es insuficiente para la adquisición de alimentos; 70,8% señala que desde junio de 2016 ha experimentado alguna situación en la que los alimentos que tiene no son suficientes y no cuenta con dinero para comprar más, mientras que 70,1% ha experimentado alguna situación en la que el dinero no alcanza para comprar comidas saludables y balanceadas.

Esta situación también afecta a Nutriredes porque el grueso de los fondos para cubrir los gastos de los comedores viene de particulares en Venezuela y en el extranjero. Con los aportes se brinda financiamiento al proyecto ante la dificultad de autosustento que tiene en el país el programa, por los costos que se multiplican día tras día.

Ana Corina Rafalli, miembro del equipo de Nutriredes, explicó que en promedio gastan 100 millones de bolívares semanales para surtir los cuatro comedores, pero que este monto se eleva constantemente por el alza en los precios de la comida.

“Es la solidaridad de la gente la que se pone de manifiesto porque muchos ayudan de forma desinteresada. Nancy consiguió un donante de jugos; otra persona nos donó una lata de suplemento alimenticio y así es como esta iniciativa va haciendo red para ayudar a quienes tienen menos”, aclaró Rafalli.

Los encargados del comedor hacen recorridos por todos los mercados de Caracas para conseguir los mejores precios y rendir al máximo los recursos. Muchas veces intentan comprar en zonas cercanas a los comedores para lograr alianzas con los comerciantes y futuras ayudas.

Llevan registro de quienes asisten y tratan de mantener contacto con las familias de los beneficiados | Hirsaid Gómez

Aunque trabajan “con las uñas”, tal como lo admite Carmen Elena Caraballo, coordinadora del proyecto, Nutriredes esconde un importante proceso de planificación: la Fundación Bengoa hace el menú para los comedores y un equipo de nutricionistas y médicos de la Universidad Central de Venezuela se encargó de hacer un estudio antropométrico a los 200 niños que participan en el programa para conocer su situación de salud.

Las madres de los beneficiados también colaboran con el proceso. Algunas ayudan a cocinar y otras asisten para acompañar a sus niños y recibir un poco del cariño y la comprensión que se desborda en estos espacios. Es el caso de Maurys Suri Zaday, una joven de 28 años cuyos morochos de 5 años reciben almuerzo en el comedor.

“En la casa no tengo nada que comer y tengo un problema en las piernas que me impide trabajar, por eso esta es tremenda ayuda para mí. Yo como cualquier cosa o a veces no como, pero en muchos casos esto que les dan en el comedor es lo único que mis niños comen, por eso lo agradezco tanto”, contó la delgada Mausys.

En los espacios también se alimenta el alma de los más pequeños. En algunos hay papelógrafos con mensajes como “Cree en ti y todo será posible”, o “Solo tú puedes cambiar tu realidad”. También juegan ajedrez, aprenden palabras nuevas del diccionario y jamás comen sin rezar.

“Solo tratamos de sembrar valores y mostrarles que pueden tener una vida diferente contando con el apoyo de todo el mundo. Lo único que ellos traen es una cucharilla y un vaso y a cambio reciben, más que comida, nuestro amor”, sentenció Nancy.

Especialistas realizaron evaluaciones previas a la selección de los niños más necesitados en cada comunidad | Hirsaid Gómez

Fuente: https://elpitazo.com/reportajes/nutriredes-impulsa-comedores-los-barrios/

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