Nutriendo el futuro: una inicitiva que alimenta a niños en Venezuela
Aunque pudiese comenzar este artículo hablando sobre la inflación en Venezuela, la baja de poder adquisitivo del venezolano, la hambruna que se vive y la falta de insumos. No lo voy a hacer porque ya todos sabemos bastante de eso como para reiterarlo.
Además, este artículo no tocará este tema. Este artículo tratará de arrojar luz sobre las iniciativas que surgen en el país para restaurar y criar a una generación que sea capaz de tomar al país en sus manos y llevarlo hacia lugares increíbles, hacia donde se merece ir.
Entre los nuevos y jóvenes héroes del país, está Samuel Díaz, de 25 años, cursando su último trimestre de Estudios Liberales en la Universidad Metropolitana. Samuel fue líder estudiantil durante su gestión como Presidente del Centro de Estudiantes de su casa de estudio, actualmente está pavimentando su camino hacia la política venezolana, y además, es un gran amigo mío.
Antes de entrar con el comedor, quise saber sobre el inicio del mismo:
¿Cómo empezaste en la política estudiantil?
A los seis años, me lancé a presidente de tareas dirigidas de mi colegio ofreciendo refresco y pizza en la cantina. Años después, pusieron pizza y refresco, claramente no fue por mí, pero me gusta pensar que fui el precursor.
A los 15 años matan a mi entrenador de fútbol. Eso para mí rompió la burbuja y me dio a entender que a pesar de que estoy en una posición privilegiada no significa que los problemas del país no lo afecten a uno, y que no necesitas esperar a que algo te suceda para hacer algo al respecto.
Fui presidente del centro de estudiantes de mi colegio y también formé parte de la junta directiva de la Federación de Estudiantes de Educación Media (FENEEM), después volví, durante las propuestas del 2014 entendí lo que quería hacer en este país, y aquí estoy cuatro años después trabajando en el ámbito social.
¿Cómo comienza el proyecto del comedor?
Cuando mi período como presidente del centro de estudiantes se estaba terminando empecé a preguntarme qué podía hacer ahora. Quería trabajar en mi municipio -pienso que uno siempre tiene que empezar por su casa-. Me reúno con Roberto Patiño -una persona que admiro muchísimo-, a contarle del proyecto y me dijo "chamo échale pichón". Un tiempo después, empezamos el 5 de febrero, el día de mi cumpleaños.
¿Cómo se organizó el proyecto con las madres?
A Ailín la conozco desde las protestas del 2014. Le dije para que me ayudara a coordinarlo y me dijo que sí. Hicimos el censo, buscó su equipo de trabajo y ha sido increíble desde entonces.
¿Cuál es la movida operacional del comedor?
Hacemos mercado una vez a la semana según el menú que nos hizo una nutricionista, según el dinero que tengamos y lo que consigamos, se lo dejamos a Ailín y ella organiza con las madres.
¿Cómo ves el futuro del comedor?
Uno se motiva mucho a seguir cuando escucha testimonios de las mamás diciendo "mi hijo no tenía amigos y desde el comedor tiene amigos", "estos chamos se desmayaban en el colegio y ya no más", "mi hija nunca había salido tan bien en el colegio desde que empezó el comedor", "veo que mis chamos están más responsables", etc.
¿El futuro? Uno intenta planificarse, pero más que todo es adaptarse a la situación. Nos pidieron expandirnos a los cinco colegios municipales, serían 1600 chamos. Eso tiene una logística mucho más compleja y estamos en ese proceso de administración.
¿Recuerdas un caso muy especial para ti?
Varios. Pienso que cada niño es un mundo. El caso de Isabella que quiere ser bailarina cuando sea grande, Franye que es uno de los mejores hermanos mayores que he visto, él se preocupa genuinamente por sus hermanas, porque coman primero, las acompaña agarrándoles la mano, les dice cómo sentarse con falda.
La manera más linda de resumirlo es como dicen las mamás que cocinan: la sonrisa volvió al barrio.
Después de que Samuel habló tanto de Ailín, tenía que acercarme a ella para tener su perspectiva de la historia.
¿Cómo es la experiencia como Madre?
Es espectacular. Hay casos tristes, como el de una niñita que venía y aunque se veía que tenía mucha hambre no comía. Después nos dijo que su hermana grande no podía venir al comedor y que le estaba guardando la mitad a su hermana. Quedamos en que yo le ponía una porción para ella en el comedor y le llevaba otra a su hermana.
De los momentos felices, teníamos una niña que no hablaba nada y no comía, ahora se sienta a comer y habla con los niños. La primera vez que la vimos le aplaudimos y cantamos todos.
¿Cuál es tu recuerdo más especial de la experiencia?
No sé, son tantas cosas. Había una niña que cumplió años y le dije que no me había traído de su torta. Pasó una semana e hizo que su mamá hiciera otra para traerme.
Me encanta la idea de nutrir el futuro de Venezuela, poco a poco, un niño a la vez.
Fuente: https://theamaranta.com/life/entrevista-a-samuel-diaz-de-nutriendo-el-futuro